jueves, 28 de octubre de 2010

Same Mistake

Una canción, si, todo lo que nos ocurre termina formando las letras de una canción, con la cual te identificas tanto que a veces llegamos a pensar “la compusieron especialmente para mí”…

¿Cómo explicarlo?, ¿Haz escuchado alguna vez la frase “De los errores se aprende”? O te habrás preguntado tal vez “¿Ésta vez funcionará? Supongo que si, todos lo hemos hecho, es cierto aprendes mucho de cada error, pero después de todo hay errores que nos gusta seguir repitiendo, nos gusta seguir sufriendo lo mismo una y otra vez, porque pase lo que pase mantenemos una pequeña esperanza, una pequeña pero hermosa luz que nos mantiene ahí, luchando y esperando a que algo cambie, porque sabes que si lloras por haber perdido el sol las lágrimas no te permitirán ver las estrellas.

Sueles equivocarte, pero te dices a ti mismo “Date otra oportunidad”, quizá… solo quizá…, y en quizá se queda.

A veces piensas tanto el “que pasaría si…” o el “que tal si esto no hubiera sido así”, el hubiera no existe, sin embargo no nos arrepentimos de lo ya ocurrido, de alguna manera no todo estuvo mal somos adictos al dolor y dices “ya no importa hoy es un nuevo día”.

Es como cuando eras pequeño e ibas al McDonald´s, esperabas con ansias para abrir tu cajita feliz y oh ¡SORPRESA! El mismo regalo que la vez anterior, tu mirada cae y tu sonrisa se desvanece porque ya no quieres saber nada más de aquel cacharro, ya jugaste demasiado con el. Pero no importa porque al final del día papá te dice con alegría “No te preocupes, regresaremos la próxima semana y verás que tendrás más suerte”, entonces tus esperanzas regresan y comenzamos todo de nuevo.

No tiene sentido pero así somos las personas, vamos por la vida de resbalón en resbalón tan similar al anterior cayendo de nuevo en el mismo agujero, pues parece tan fácil que nos sentimos cómodos con ello.

Los días son extraños, empieza siendo una mañana llena de tranquilidad, de alguna manera agradable y piensas será un buen día, y así todo trascurre conforme a lo planeado, sin embargo al final algo ha pasado, no puedes explicarlo pero toda aquella felicidad se ha ido ¿Porqué? ¿Fue culpa tuya?... Ahora te sientes ajeno, sientes que ya no debes formar parte. Intentaste cambiarlo y tu estrategia falló caíste de nuevo, no así, sigues mirando alrededor esperando, alguien podría venir a levantarte, pero bajas la mirada lleno de humillación escuchando las risas de quienes te vieron caer.

Quisiste hablar, soltarlo todo, desahogarte, decir cada palabra que inunda tu pecho de una incontenible rabia, pero no pudiste, porque cuando las palabras no son mejor que el silencio, es mejor no pronunciarlas, y solo sientes la suavidad de una lagrima fría recorriendo tu mejilla.

Otra vez fue un error.

No importa ya, de nuevo auquí voy



sábado, 2 de octubre de 2010

Aceptando el dolor.


Eran las 6:30 am, el despertador no me había arruinado el sueño con ese irritante chillido esa mañana, o tal vez estaba tan cansado que ni siquiera lo escuché. -Es tarde-, me dije, fui directo a la ducha. Había olvidado lo feliz que me hacía despertar y encontrar en mi mente su sonrisa, su mirada o su inconfundible aroma, ésta vez solo pude pensar en como me las arreglaría para regresar a casa después de la escuela sin que el deseo de llamarle me consumiera, sin que esa rabia que me provocaba el hecho de que ella no estuviese mas a mi lado acabara hundiéndome en mi inmutable suplicio una vez mas; -fue mi culpa-, me repetí tantas veces, pero en el fondo sabía que no era así, su fría indiferencia fue la que terminó con todo.

Esa mañana era distinta a otras, miré a través del vidrio empañado de mi ventana y noté un extraño aire de tranquilidad, llovía y hacía frio, tal y como alguna vez mencioné que me gustaban los días. Salí de casa con rumbo a la escuela aún con aquellas ideas montando una batalla en mi cabeza intentando conseguir un poco de lucidez. Desvié la mirada instintivamente, solo sentí la necesidad de hacerlo; había una chica caminando a mi lado, tal vez hacía ya mas de diez minutos ahí y mis perturbadas ideas no me habían dado la oportunidad de percatarme hasta ese momento. Ella giró la cabeza hacia mí, tenía una mirada penetrante, era preciosa y quedé estupefacto ante sus ojos, de su mano derecha caía sangre y sostenía en ella una enorme y hermosa rosa negra. Mire de nuevo su rostro con una sensación de tristeza dentro de mi y ella simplemente dibujó con su boca una bella sonrisa llena de ternura y se alejó.

Llegué tarde a clase, no era la primera vez, últimamente ya no me importaba aunque no tuve problemas en ésta ocasión. No hablé con nadie, solamente me había dedicado a pensar y a preguntarme quién era esa chica y el porqué no pregunté siquiera su nombre, comencé a lamentarme nuevamente.

Inesperadamente las clases terminaron antes debido a que la fuerte lluvia podría haber desbordado un río cercano a la zona, aunque no fue así. Nuevamente me encontraba en la calle caminando bajo el agua pero ahora con una sola pregunta clavada en mi mente -¿quién eres?- Esa chica había hecho brotar en mi un viejo sentimiento, algo que no había experimentado hacía algún tiempo ya.

A pesar de estar empapado, decidí no tomar un taxi aún y seguir caminando, de alguna forma tenía la esperanza de encontrarla una vez más yendo a mi lado, pero sabía que eso no pasaría, sin embargo no podía dejar de sentirlo. Momentos después al pasar bajo un puente peatonal, algo llamó mi atención, para mi sorpresa en él estaba aquella niña y por un momento me llené de felicidad, la que se fue transformando en miedo poco a poco. -¡¡Noo!!- grité -¡¡Por favor no!!- arrojé mi mochila al suelo y de un momento a otro me halla corriendo con tal desesperación como la que nunca había sentido, apenas llegué a tiempo para comprobar lo que ya suponía que pasaría, ella había saltado del puente.

Lo único que se oía era el repiqueteo de las gotas de lluvia azotando enérgicamente contra el suelo, sentí al momento un enorme y agudo dolor y nació un fluido cálido de mi mano, ¿sangre?, tenía sangre en la mano derecha derramándose lentamente, pero eso no importaba la tenia a ella y entre nosotros estaba aquella rosa, intacta, igual de bella, hiriéndonos a ambos.

La miré, el dolor que las espinas me provocaban era insoportable pero no pensaba en más que sacarla de esa situación. Entonces escuche so voz, era tan dulce y tan agraciada como si surgiera de un ángel, tan sublime, pero a la vez tan real, -¿Porqué?- gimió -¿Porqué te lastimas solamente para salvarme?- me quedé atónito ante aquellas palabras sin saber que decir. -no debiste hacerlo- me dijo tranquilamente -yo no valgo la pena, no sufras más y suelta mi mano, no derrames tu sangre por mi-, lagrimas comenzaron a correr por mis mejillas, no podía hacerlo- no te soltare- señalé. No podía dejarla morir así sin más, -tienes que subir, tienes que intentarlo- -no, no es así, no podré-. La lluvia se hizo más fuerte y el dolor me atravesaba el alma. -¿Porqué estas aquí?, no deberías- me dijo, -porque me necesitas, no te dejaré-.

Mi brazo no soportaba mas, había perdido ya mucha sangre y el dolor aun punzaba con la misma fuerza. En su rostro encontré nuevamente una sonrisa. -Gracias- le escuché decir y resbaló de mi mano.